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Sunday, March 18, 2012

!Salvemos al pueblo griego de sus salvadores!

Alain Badiou, Jean-Christophe Bailly, Étienne Balibar, Claire Denis, Jean-Luc Nancy, Jacques Ranciere, Avital Ronell. Salvemos el pueblo griego de sus salvadores! February 22, 2012. Translation into Spanish by Mauricio Rugeles Schoonewolff


Por un colectivo de intelectuales y artistas europeos
En este momento, en el cual uno de cada dos jóvenes griegos está desempleado, 25,000 personas sin techo vagan por las calles de Atenas, el 30% de la población ha bajado del umbral de pobreza, miles de familias están obligadas a entregar a sus hijos para que no mueran de hambre y de frío, en el cual nuevos pobres y refugiados se disputan por la basura en los vertederos públicos, los “salvadores” de Grecia, bajo pretexto que los griegos “no se esfuerzan lo suficiente”, imponen un nuevo plan de ayuda que redobla la dosis letal administrada al pueblo griego. Un plan que abole el derecho al trabajo y que reduce a los pobres a la extrema miseria, todo mientras se desaparece del cuadro a las clases medias.
El objetivo no es “salvar” a Grecia; en este punto, todos los economistas dignos de este título están de acuerdo. Se trata de ganar tiempo para salvar los acreedores, todo mientas se lleva al país a una quiebra diferida. Se trata sobre todo de convertir a Grecia en un laboratorio de cambio social, el cual, en un segundo tiempo, se generalizará a toda Europa. El modelo experimentado a expensas de los griegos es el de una sociedad sin servicios públicos, donde las escuelas, los hospitales y los dispensarios caen en ruinas, donde la salud se vuelve un privilegio de los ricos, y las poblaciones vulnerables están destinadas a una eliminación programada, mientras que aquellos que todavía trabajan están condenados a formas extremas de pauperización y precarización.
Pero para que esta ofensiva del neoliberalismo pueda llevarse a cabo, es necesario un régimen que ponga entre paréntesis los derechos democráticos más fundamentales. Entonces, bajo la orden de los salvadores, se observa instalarse gobiernos de tecnócratas que pasan por encima de la soberanía popular. Se trata de un desarrollo en los regímenes parlamentarios en el cual se ve a los “representantes del pueblo” dar carta blanca a los expertos y a los banqueros, renegando su supuesto poder de decisión. Es un golpe de estado parlamentario, de cierta manera, en el cual se hace llamado a un arsenal represivo amplificado por las protestas populares. De esta manera, cuando los diputados han ratificado la convención dictada por la troika (la Unión europea, el Banco central europeo y el Fondo monetario internacional), diametralmente opuesto al mandato que ellos habían recibido, un poder desprovisto de legitimidad democrática habrá empeñado el futuro del país por treinta o cuarenta años.
Paralelamente, la Unión europea se apura a constituir una cuenta bloqueada donde será consignada directamente la ayuda a Grecia para que sea empleado en el pago exclusivo de la deuda. Los ingresos del país serán “en prioridad absoluta” consagrados al rembolso de acreedores, y si es necesario, directamente consignados a esta cuenta manejada por la Unión europea. La convención estipula que cada nueva obligación emitida en este cuadro será regida por el derecho anglosajón, que implica garantías materiales, mientras que las controversias serán juzgadas por los tribunales de Luxemburgo, Grecia habiendo renunciado por adelantado todo derecho de apelación contra un embargo decidido por sus acreedores. Para completar el cuadro, las privatizaciones son confiadas a una caja administrada por la troika, donde serán puestas las escrituras de propiedad de los bienes públicos. En resumidas cuentas, es el pillaje generalizado, característica propia al capitalismo financiero al cual se ofrece aquí una consagración institucional. En la medida en que compradores y vendedores se sienten del mismo lado de la mesa, no cabe duda que esta empresa de privatización será un verdadero festín para los compradores.
Ahora, todas las medidas tomadas hasta ahora no hacen más que aumentar la deuda soberana griega, y con la ayuda de salvadores que prestan con tasas de usura, aquella ha literalmente explotado, aproximándose a un 170% del PIB en caída libre, mientras que en 2009 ella aún representaba el 120%. Se puede apostar que esta cohorte de planes de salvataje-cada vez presentados como los “últimos”- no ha tenido otro objetivo que debilitar la posición griega de modo que, privada de proponer ella misma los términos de una restructuración, Grecia sea reducida a ceder en todo a los acreedores bajo el chantaje de “austeridad o catástrofe”.
El agravamiento artificial y coercitivo del problema de la deuda ha sido utilizado como un arma para pretender tomar de asalto una sociedad entera. No es casualidad que utilicemos acá términos de origen militar: se trata propiamente de una guerra, conducida por los medios de la finanza, la política y el derecho, una guerra de clase contra una sociedad entera. Y el botín que la clase financiera cuenta con arrancar al “enemigo” son las conquistas sociales y los derechos democráticos, pero, a fin de cuentas, es la posibilidad misma de una vida humana. La vida de aquellos que no producen ni consumen suficiente, según las estrategias de la maximización de la renta, de ahora en adelante, no debe ser preservada.
Así, la debilidad de un país entre la espada y la pared de la especulación financiera ilimitada y los planes de salvataje devastadores, se transforma en la puerta de entrada oculta por donde hace irrupción un nuevo modelo de sociedad, conforme a las exigencias del fundamentalismo neoliberal. Un modelo destinado a Europa entera y más allá. Esta es la verdadera cuestión y es por ello que defender al pueblo griego no se reduce a un gesto de solidaridad o humanidad abstracta: el futuro de la democracia y la suerte de los pueblos europeos está siendo cuestionado. En todas partes la “necesidad imperiosa” de una austeridad “dolorosa, pero saludable” nos será presentada como el medio de escapar al destino griego, mientras que ello nos conduce a éste directamente.
Frente a este ataque en regla contra toda la sociedad, frente a la destrucción de los últimos islotes de democracia, hacemos un llamado a nuestros conciudadanos, nuestros amigos franceses y europeos [y latinoamericanos] a expresarse alta y fuertemente. No podemos permitir dejar el monopolio de la palabra a los expertos y a los políticos. El hecho que, bajo petición de los gobernantes alemanes y franceses, en particular, a Grecia haya sido prohibido llevar acabo elecciones, ¿nos puede dejar indiferentes? ¿La estigmatización y la denigración sistemática no merecen una respuesta? ¿Es posible no elevar su voz contra el asesinato institucional del pueblo griego? ¿Y podemos guardar silencio bajo la instauración a marcha forzada de un sistema que hace ilegal hasta la idea misma de solidaridad social?
Estamos en un punto de no retorno. Es urgente llevar la batalla de las cifras y la guerra de las palabras para contrarrestar la retórica ultraneoliberal del miedo y de la desinformación. Es urgente reconstruir las lecciones de moral que ocultan el proceso real llevado a cabo en la sociedad. Es cada vez más urgente demistificar la insistencia racista sobre la “especificidad griega”, que pretende hacer del supuesto carácter nacional griego (pereza y ostentación a voluntad) la causa principal de una crisis, en realidad mundial. Aquello que cuenta hoy en día no son las particularidades, sean reales o imaginarias, pero lo común: la suerte de un pueblo que afectará a todos los otros.
Muchas soluciones técnicas han sido propuestas para salir de la alternativa “o la destrucción de la sociedad o la quiebra” (lo que en verdad quiere decir: la destrucción y la quiebra). Todas deben ser tenidas en cuenta como elementos de reflexión para la construcción de una Europa diferente. Pero, desde un principio, es necesario denunciar el crimen, exponer a la luz pública la situación en la que se encuentra el pueblo griego causada por los “planes de ayuda” concebidos por los especuladores y los acreedores. Mientras que un movimiento de apoyo se teje por todo el mundo, donde hay una efervescencia en las redes de Internet de iniciativas de solidaridad, ¿los intelectuales serán los últimos en alzar la voz por Grecia? Sin esperar nada, proponemos multiplicar los artículos, las intervenciones en los medios, los debates, las peticiones, las manifestaciones. Porque toda iniciativa es bienvenida, porque toda iniciativa es urgente.
Para nosotros, esto es lo que proponemos: formar rápidamente un comité de intelectuales y de artistas por la solidaridad del pueblo griego que resiste.
Si no es nosotros, quien será?
Si no es ahora, será cuando?
Vicky Skoumbi, redactriz en jefe de la revista «Alètheia», Atenas, Michel Surya, director de la revista «Lignes», Paris, Dimitris Vergetis, director de la revista «Alètheia», Athènes. Y : Daniel Alvara, Alain Badiou, Jean-Christophe Bailly, Etienne Balibar, Fernanda Bernardo, Barbara Cassin, Bruno Clément, Danielle Cohen-Levinas, Yannick Courtel, Claire Denis, Georges Didi-Huberman, Roberto Esposito, Francesca Isidori, Pierre-Philippe Jandin, Jérôme Lèbre, Jean-Clet Martin, Jean-Luc Nancy, Jacques Rancière, Judith Revel, Elisabeth Rigal, Jacob Rogozinski, Hugo Santiago, Beppe Sebaste, Michèle Sinapi, Enzo Traverso.

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